Escritora salvadoreña, aunque originariamente nacida en Nicaragua. Como otros poetas de su generación, Pablo Antonio Cuadra o Ernesto Cardenal, su preocupación literaria sigue dos líneas, por un lado, la realista y comprometida con la situación política del momento, buscando una poesía democrática y de denuncia, y, por otro, una investigación formal en la que se puede hablar de un nuevo surrealismo con un lenguaje intencionadamente callejero, desgarrado, vehemente y hasta antiliterario. Obras suyas son: Anillo de silencio (1948), Vigilias (1953), Acuario (1955), Huésped de mi tiempo (1961), Vía única (1965), Aprendizaje (1970), Pasaré a cobrar y otros poemas (1973), Sobrevivo (1978), Premio Casa de las Américas de Poesía), Flores del volcán; Suma y sigue (1981) una antología de poemas suyos anteriores más otros nuevos y Una vida en poemas (2003), que recoge prácticamente toda su obra poética. En el campo de la narrativa, ha cultivado el cuento -Tres cuentos (1958)- y la novela -Álbum familiar (1984), Despierta, mi bien, despierta (1986), Luisa en el país de la realidad (1987), Cenizas de Izalco (1966), ésta en colaboración con su marido, Darwin J. Flakoll-. El ensayo lo ha utilizado para sus escritos políticos y testimoniales, como La encrucijada salvadoreña (1980), Nicaragua: la revolución sandinista (1980); No me agarran viva: la mujer salvadoreña en lucha (1983), Para romper el silencio: resistencia y lucha en las cárceles salvadoreñas (1984).
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